FILOSOFÍA DE LA GUERRA II
Preguntarnos sobre
la guerra requiere de ese ejercicio un tanto hermenéutico por demás político en
el que lo futurista sobrepasa lo artístico, lo ético, lo poético, lo epistemológico
y demás, para llegar a situarnos en aquello que se nos es dado dentro del contexto
en que vivimos. Ya en el artículo de este blog titulado Filosofía de la
Guerra, se situaban algunas preocupaciones para el debate con relación
a las implicaciones fugaces de la guerra no vivida por muchos de nuestros
lectores, quizás estudiada de manera frágil y tal vez entendida por aquellos
que la han experimentado tanto por ser partícipes como víctimas.
Nuevamente se presenta
la urgencia de plantear cuestionamientos filosóficos alrededor de un tema tan fatídico
como lo es la guerra, más cuando la filosofía futurista carece de una corriente
que entrelace elementos teóricos derivados de ese pensar crítico en momentos como
los que registra actualmente la humanidad o tal vez no sea así, ya que existen
en los anaqueles de muchos de nosotros, importantes apartados de ciudadanos del
mundo que plasmaron para la posteridad lo que viene sucediendo y sucederá con relación
a la extinción de un segmento importante de la humanidad o la humanidad en sí,
desde una óptica política o ideológica, de todas maneras humanista en lo local,
lo regional, lo nacional y desde luego lo internacional.
Preguntarnos por
la ética del poder de quienes están en él, por la idoneidad, por su concepción
de humanidad, por su salud mental, entre muchas más es una premisa de la mayor
importancia que los ciudadanos de la polis, por supuesto filósofos todos, habremos
de cuestionar en tanto preguntar si las determinaciones de uno u otro mandatario
hasta que alcance puede llegar en su ilusión de sostenerse en el poder o lograr
el mismo, afectando a la gente inocente y con ello toda una serie de sucesos indeseados
que pueden ir en detrimento por dar un ejemplo “del cambio climático”. No hay
garantías en ningún lado del planeta para estar a salvo, vivimos en un mundo de
incertidumbre, vivimos en una pandemia, la pandemia de la violencia, que
arrebata vidas, ilusiones y gente buena.
¿Será justo la
premisa de considerar que el fin justifica los medios? Claro, desde la posición
ventajosa de quien, apuesta sabiendo que va a ganar, ya en su actuar lo
convierte en un ser que podría calificarse como ruin, pero no siempre es así
por que existen justas que son libradas en beneficio de la humanidad y que no
pretende aplastar la inocencia de la gente. ¿Es ético salir de las dificultades
teniendo que socavar a otros?
La condición
humana es muy compleja, mientras más se tiene, más se quiere tener, no hay escrúpulos
en ello, el ego, el narcisismo, la ambición persiste cual cáncer en el cuerpo,
en sí la guerra es mala para unos y buena para otros, por lo anterior la guerra
no es buena ni mala, es guerra y siempre contiene aquello que nos abruma. Máxime
cuando posamos desapercibidos frente a lo que no nos afecta momentáneamente y
ello ya nos hace cómplices de la guerra. ¿Por qué no preocuparnos por lo que
pasa en el patio trasero, en el otro lado, en el otro costado del mundo?
Estimados lectores,
se han puesto a pensar que una guerra nuclear disminuye en nosotros una gran
posibilidad de supervivencia y el futuro de nuestra descendencia, quizás en el
cómodo lugar dónde usted se encuentra no representa mayor interés filosofar sobre
esta cuestión, pero es importante hacerlo despojado de aquello que nos arropa en
este mismo instante para trasladar nuestra opinión sobre el respeto de la otredad.
La guerra no se puede
abolir ya que es un asunto del zoom politikón, no respeta límites éticos,
morales, religiosos, ideológicos, no respeta edad, ni género, ni gustos, ni
disgustos, no respeta la nada, porque si bien la guerra es válida tras su génesis
no es posible medir consecuencias por más que se piense en ello, los daños
colaterales son inimaginables y con un costo social casi que irreparable, pues
el tejido del ser humano se descose ahogado en su propio llanto, en su propio
quejido. El término acuñado a Clausewitz “la guerra es la continuación de la
política por otros medios”, puede significar entre muchas otras acepciones que
la guerra podría evitarse, y de darse se podría respetar la vida del vencido.
Hoy, consecuentemente
con el desarrollo de dicha posibilidad, ya nadie duda de que una tercera guerra
mundial difícilmente acabará de otro modo que con la aniquilación del vencido.
Estamos todos tan fascinados por la guerra total que apenas podemos imaginarnos
que la Constitución americana o el actual régimen ruso sobrevivieran a la
derrota tras una eventual guerra entre Rusia y Norteamérica. Pero esto
significa que en una futura guerra ya no se trataría del logro o la pérdida de
poder, de fronteras, de mercados y espacios vitales, de cuestiones, en fin, que
también podrían obtenerse sin violencia por la vía de la negociación política.
(Arend, 2008, pp. 188-189)
Así las cosas, se
entiende que puede existir un vencedor en una guerra nuclear ¿Será posible eso?
¿Dónde quedan los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y demás
tratados que intentan favorecer la existencia del ser humano? ¿Cómo puede
ayudar usted? ¿Acaso no será el principio del fin de la humanidad? ¿Estaremos
presenciando la cuarta guerra y no la tercera guerra mundial? ¿Cómo podemos
llamar a la guerra fría?
Arend, H. (2008). La promesa de la política. España: PÁIDOS.
Campa, Riccardo. (2012). Trattato di filosofia futurista. AVANGUARDIA 21 EDIZIONI
https://www.youtube.com/watch?v=Aln8NZBTmPc&ab_channel=CoCOMusic
Excelente blog y análisis desde lo filosófico. En cuestión de derechos que ahí se nombran, queda una vez demostrados que estos organismo protectores de los DH Y DDHH; como la OTAN, LA ONU, OEA y demás organismos de control que nacieron después de la segunda guerra mundial, con el único animo de humanizar los conflictos, pero no sirven de nada, cuando se trata de defender a los seres humanos que en ultimas son los que sufren los embates de las guerra. por decisiones nefastas de algunos políticos que solo muestran ambición de poder sin importar la opinión de su POLIS
ResponderEliminarMuchas gracias por su apreciación, en efecto estos organismos defensores se quedan cortos a la hora de ser garantes de los Derechos Humanos y como usted señala, las malas decisiones de algunos político en sus ansias de poder, nos llevan a vivir un mundo cada vez más deshumanizado.
ResponderEliminaratte. Martín Patiño V.